El pasado viernes 17 de abril asistimos en familia al estreno de Los profesores de Saint Denis. Fue un estreno particular, un estreno de sofá y dulces (las palomitas del confinamiento). Como docente, fue una experiencia extraña contemplar en pantalla como ficción una realidad a la que ahora mismo no podemos acceder: en un complejo juego de espejos, la ficción sustituye a la realidad y se convierte en el deseo. La película es impecable, en el guion, en el cásting, en el tono, en el escenario, en la interpretación. Lo digo desde mi experiencia en un centro de Secundaria con muchos elementos en común. Los diálogos son verosímiles y las situaciones también, demasiado verosímiles incluso. Es una película que está muy lejos del idealismo utópico de El Club de los Poetas Muertos o el redentorismo heroico de Mentes peligrosas. En este filme, como en un centro educativo real, las palabras son el eje de la acción: solo el diálogo resuelve los conflictos, pues los hechos a menudo se ciernen sobre los personajes sin que puedan esquivarlos. Los hechos o el destino. Porque en la educación tenemos que hablar del destino, del determinismo sociofamiliar que aplasta las esperanzas y los sueños de muchos jóvenes. Los habitantes del Saint Denis tienen que luchar el doble, tienen que esforzarse el doble, tienen que llorar el doble para conseguir la mitad que sus vecinos del centro de París. Lo saben los alumnos y lo saben sus profesores, aunque alguno tenga que luchar también contra sus propios fantasmas. El frágil ecosistema de los centros educativos, más acentuado en un modelo como el francés con unos gestores que no imparten clase, se muestra en la película con bastante solvencia, huyendo de los tópicos y las estridencias en las que suele caer el género de la vida en las aulas. Por cierto, me hubiese gustado que el título mantuviera su referente original: la vida escolar, que sitúa el tema en lo vivencial, en lugar de focalizarlo en el profesorado.
Creo que todos los docentes hemos tenido charlas como las que tiene Samia; todos hemos tenido alumnos como Yanis. Todos los docentes nos hemos visto en alguna ocasión en el drama de tener que elegir entre el mal de uno o el mal de muchos, especialmente duro cuando no hay otras opciones. Leo en algunas críticas que esta película no profundiza en ningún aspecto, que se pasea por encima de varios problemas sin dar soluciones. Esa es nuestra vida como docentes: pasearnos levemente por las vidas de cientos de chavales sin poder profundizar en lo que se esconde en ellas, sin poder solucionarles nada, solo tenderles la mano, escucharlos y creer un poco en sus sueños. Ojalá pudiésemos hacer algo más.
Comenzamos con una aportación que no podemos más que agraceder por generosidad, por rapidez y por venir de una profesora de Cine y directora del Máster de Cine, Creación e Industria Audiovisual en la Universidad de Valladolid.
Ayer, tuve la oportunidad de ver desde casa un estreno: “Los profesores de Saint-Denis” (Mehdi Idir, Grand Corps Malade) gracias a una iniciativa llevada a cabo por Mercedes Ruiz desde su plataforma Cero en Conducta en colaboración con A Contracorriente Films, para llevar a cabo acciones que apoyan al sector Cultural y ponen en valor la colaboración de Cine y Educación.
Os paso una reflexión sobre esta interesante y necesaria película.
Si el cine es una herramienta perfecta para la educación, esta película lo es por doble motivo: el tema y conflicto planteados nos sitúan en el epicentro de la enseñanza; pero también y ahí es dónde quiero detener esta pequeña reflexión, porque todos sus mecanismos, narrativos y escenográficos, contribuyen a ello.
Como profesor de historia o sociología, puedo utilizar el filme para hablar de la sociedad actual y la marginación de los jóvenes.
Si lo abordamos desde la educación, como profesores o futuros enseñantes, es un ejemplo perfecto de los problemas a los que nos enfrentamos. Y cualquier espectador, verá en ella reflejados los problemas de la sociedad actual.
Pero si nos detenemos en su estructura, se abre un abanico de posibilidades inmenso (ojalá que los profesores que utilizan el cine como herramienta, se adentren en ellos pues crecen los múltiples sentidos que se encuentran en la película).
Lanzaré solamente algunos pequeños apuntes para empezar:
Pensemos en su construcción dramática: Con una estructura circular, todo parte y confluye en la escuela, donde se mueve un microcosmos representativo de la enseñanza secundaria, en la actualidad: docentes, administrativos, bedeles, estudiantes, padres….. Es ahí dónde se abre y concluye el filme.
Ya desde el arranque de la película se plantea un conflicto general -la ingente tarea de los profesores para sacar a los jóvenes de una marginación a la que inevitablemente parecen condenados-, pero desde la cercanía: una reunión con profesores dónde llega una nueva supervisora para hacerse cargo de los problemas escolares. Y esto hace que nos identifiquemos con la historia.
Y aquí introducimos
el segundo parámetro de interés: los personajes, pues ese microcosmos está perfectamente articulado a través de ellos. Pensemos por ejemplo en los protagonistas: la supervisora, una joven, entusiasta y enamorada de su profesión; y Janis, el estudiante adolescente, inteligente y problemático. Roles diferentes pero unidos por un secreto que pertenece al espacio privado y que, poco a poco, iremos descubriendo. La supervisora intenta sacar a Janis de la exclusión, motivarle, del mismo modo que intenta hacer con su novio, que cumple condena en la cárcel. Pero diferentes obstáculos impiden que logre sus objetivos debido al influjo que el ambiente ejerce sobre Janis (este es otro de los hallazgos del film, cómo expresa la difícil labor del educador).
El espectador se identifica perfectamente no sólo con los protagonistas, sino con el profesor con serios problemas de disciplina con los estudiantes, con la joven reivindicativa, el chaval apocado, la directora del instituto intentando poner orden y, por supuesto, los dos protagonistas….
Los personajes secundarios (perfectamente elegidos y construidos) contribuyen a definir a los protagonistas y sus conflictos: como por ejemplo el ídolo de Janis, un joven cinco años mayor que ha dejado los estudios, siempre circula con una moto de gran cilindrada, y como expectativa de futuro, le ofrece poner una tienda; los amigos de la escuela, que funcionan como un coro, reforzando esa idea de marginación y rebeldía que sobrevuela toda la película. Los ayudantes de la supervisora, aparentemente alegres, tomando a broma el sistema educativo. Sueños rotos, como poéticamente se va mostrando a medida que avanza la película, a través de su pérdida. Y todos serán poco a poco reconstruidos con el esfuerzo y la dedicación de la institución académica, que como bien se encarga de demostrar la película, somos todos, directivos, supervisores y vigilantes, alumnos y padres….
Y aquí os dejo esto es sólo el principio para seguir hablando sobre el tema.
Mercedes Miguel Borrás
En el pasado Festival CIBRA de Toledo, en las jornadas dedicadas a la educación , Mercedes Miguel compartía su perspectiva ...
El 17 de abril de 2020, en plena alarma sanitaria y en estado de aislamiento por la pandemia de covid19, la cultura, y el cine, vuelven a dar sentido a ese binomio de cine y educación.
Las salas están cerradas pero ...como acostumbramos a decir .."algo habrá que hacer" ...Esta vez cine de cartelera en estreno y ... Un hilo en twitter en el día del estreno....
— mercedes ruiz #mequedoencasa🏡 (@londones) April 17, 2020
Eduardo Escudero de A Contracorriente que en el pasado programa de #CeroOnAir del 8 de abril nos presentaba el proyecto de Sala Virtual de Cine https://www.salavirtualdecine.com/es/
Unos escasos días para preparar esa #NocheCineyEducación pero, la generosidad, la actitud de diálogo y sumar sinergias, lo han hecho posible.
Todo comenzó en la jornada dedicada a la Educación dentro del Festival de Cine de Sevilla