domingo, 26 de abril de 2020

Tender la mano y escuchar

El pasado viernes 17 de abril asistimos en familia al estreno de Los profesores de Saint Denis. Fue un estreno particular, un estreno de sofá y dulces (las palomitas del confinamiento). Como docente, fue una experiencia extraña contemplar en pantalla como ficción una realidad a la que ahora mismo no podemos acceder: en un complejo juego de espejos, la ficción sustituye a la realidad y se convierte en el deseo. La película es impecable, en el guion, en el cásting, en el tono, en el escenario, en la interpretación. Lo digo desde mi experiencia en un centro de Secundaria con muchos elementos en común. Los diálogos son verosímiles y las situaciones también, demasiado verosímiles incluso. Es una película que está muy lejos del idealismo utópico de El Club de los Poetas Muertos o el redentorismo heroico de Mentes peligrosas. En este filme, como en un centro educativo real, las palabras son el eje de la acción: solo el diálogo resuelve los conflictos, pues los hechos a menudo se ciernen sobre los personajes sin que puedan esquivarlos. Los hechos o el destino. Porque en la educación tenemos que hablar del destino, del determinismo sociofamiliar que aplasta las esperanzas y los sueños de muchos jóvenes. Los habitantes del Saint Denis tienen que luchar el doble, tienen que esforzarse el doble, tienen que llorar el doble para conseguir la mitad que sus vecinos del centro de París. Lo saben los alumnos y lo saben sus profesores, aunque alguno tenga que luchar también contra sus propios fantasmas. El frágil ecosistema de los centros educativos, más acentuado en un modelo como el francés con unos gestores que no imparten clase, se muestra en la película con bastante solvencia, huyendo de los tópicos y las estridencias en las que suele caer el género de la vida en las aulas. Por cierto, me hubiese gustado que el título mantuviera su referente original: la vida escolar, que sitúa el tema en lo vivencial, en lugar de focalizarlo en el profesorado. 
Creo que todos los docentes hemos tenido charlas como las que tiene Samia; todos hemos tenido alumnos como Yanis. Todos los docentes nos hemos visto en alguna ocasión en el drama de tener que elegir entre el mal de uno o el mal de muchos, especialmente duro cuando no hay otras opciones. Leo en algunas críticas que esta película no profundiza en ningún aspecto, que se pasea por encima de varios problemas sin dar soluciones. Esa es nuestra vida como docentes: pasearnos levemente por las vidas de cientos de chavales sin poder profundizar en lo que se esconde en ellas, sin poder solucionarles nada, solo tenderles la mano, escucharlos y creer un poco en sus sueños. Ojalá pudiésemos hacer algo más.

@tonisolano 

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